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Nuestro hombre en el Bósforo

Rimas consonantes

La canícula fracturada

La canícula fracturada

Sujetos los hombros en ocho un arnés,
tratando de aquietarle la clavícula
Truman ve cómo pasa la canícula
una semana tras otra, mes a mes,
sin conducir ni llevar pesos ni portes,
sin playa ni piscina ni deportes...
maldiciendo en arameo y neerlandés.
─¿Por qué, Truman, la clavícula
te ha partido la canícula?
─Por cambiar
el coche
por la moto,
buscando
de la canícula
frescura,
conseguí
una fractura
de clavícula.
Qué amargura,
ay, mísero de mí.
Por patinar
al entrar
en la rotonda
perdiendo así
el control
sobre la Honda.
─O sea que fue
al revés.
─Eso es,
amigo Sancho.
Que no fue
que la clavícula
me partiera la canícula.
Culpa fue
más bien
de la canícula,
que me partió
la clavícula
a lo ancho.
─Joder, Truman.
Qué faena.
─De la buena.
Ya lo ves.
Por no parar
con los pies
una caída
ridícula,
quedé condenado a estar
sin clavícula
en canícula.
Y no cabe disimulo,
que aún me queda para un mes,
de no quitarme el arnés,
como los mulos...